18.12

Se hizo un silencio

Yo sabía por series y pelis que en un quirófano se certificaban las horas de defunción pero no sabía que hacían lo mismo con los nacimientos.

Así que se hizo un silencio….y se oyó.

Hora del nacimiento: 18.12

Mi hija lloraba…y yo también. Fue algo involuntario…así como la cantidad de sandeces que pude decir en un minuto…yo sólo sabía que no tenía consuelo…

¿por qué se la llevaban? ¿por qué lloraba?

Estaba más que claro que teníamos que estar juntas…aquellos dos microsegundos “esta es tu hija” antes de llevársela no me habían llegado…

Y, un rato después, y ya más tranquila, me la trajeron.

Y las sandeces se multiplicaron porque me hubiera encantado decir algo más trascendental pero, no, en un alarde de originalidad dije (o pensé, pero para el caso es lo mismo) “es el bebé más bonito que vi en mi vida” para, a renglón seguido, añadir, “mamá, en cuanto subamos hay que cambiarla de ropa..parece un bebé de la inclusa!”

La habían vestido con algo (no sé decir qué puede ser) del Hospital…y en la cabeza, para no perder calor le habían puesto una especie de venda…o gasa…no sé… yo pensaba en la maletita que había traído…con los gorritos, los faldones, los pijamas…y estaba deseando ponérselos.

Me quedé allí, con ella en brazos.. no lloraba, se agarraba al pecho… y yo me sentía feliz. Ni cansada, ni dolorida (viva la epidural y los partos sin dolor). Era mía. Mi niña. Para siempre. Y así tenía que ser. Sentí como que para eso había nacido….para vivir ese momento (acababa de dar a luz… la cursilería, la lágrima fácil y los pensamientos de este tipo están permitidos y son absolutamente recomendables). No me cansaba de olerla. Me di cuenta de que, para ciertas cosas, somos absolutamente animales, primarios…la olía y pensaba en protegerla…como cualquier mamífero de la naturaleza.

Un par de horas después me vino a buscar un celador, le pregunté por mi familia y se echó a reír: en cuanto salgas, los ves… llaman un poco la atención

Y allí estaba el comité de bienvenida…mis padres, mis hermanos, amigos, todo tipo de familiares, flores…sí, hacían un buen grupo.

Y a la habitación y, por fin, cambié a mi niña. Y volví a pensar… “qué bonita es”

Y dos años después….lo sigo pensando…que es mi alegría, mi incertidumbre, mi risa y mi sonrisa y que, gracias a ella, todo tiene sentido.

Y ya en casa…los primeros días…le quería cantar…y sólo se me ocurría esta canción así que se la cantaba a todas horas

Defender la alegría como un derecho

Defenderla de dios y del invierno

De las mayúsculas y de la muerte

De los apellidos y las lástimas

Del azar / y también de la alegría

De “Defensa de la alegría”, Cotidianas (1978-1979)

(hice trampas, esta es del 21 de marzo)