El valor de las pequeñas cosas hacen un gran fin de semana.

Un fin de semana para recordar.

Pudimos combinar todo...así que gracias al trabajo de él, ella y yo fuimos festivaleras.

Ya el año pasado me la llevé uno de los días por la tarde y lo pasó en grande, con la música, la gente. Soy consciente de que no es su ambiente pero un ratito de concierto, un ratito de jugar en la explanada, un ratito de tomar algo en la sala Vip, un ratito en un stand de Estrella....

Y después, ella con los abuelos; nosotros con la cámara, al ritmo de la música, trabajando, disfrutando..

Y descansar en intramuros. Y preparar la comida, así que si quieres perejil vas un momentito a cortarlo. Y ponerle a ella el set de jardinería de uno de sus primos: mandil, gorro, guantes y tijera y salir a cortar flores para hacer ramos para casa

Y los matices, cuando vengo encantada con unas rosas pequeñas y de colores suaves, mi madre que les quita todo el valor, porque son muy comunes, porque son una peste, que las hay en todas partes.. y yo vuelvo a mirar mis rosas (“de la abuela”, les llama mi madre porque las cogí en casa de la abuela con lo que para mí se revalorizan) y le digo.. pues a mí me parecen preciosas..

Y, sí, aunque él se ría de mí por afrancesar el nombre; las rosas ya son un bouquet en mi casa. Con esos colores empolvados, con su delicado perfume...

Un poco de intramuros en casa, animando los sentidos y el alma. Y recordando el gran fin de semana pasado.